Fotógrafo de Bodas

Hoy me voy a sobrar. Se me ha ido la pinza y esto va a ser largo. Y un tanto friki. Avisado quedas:

Revelando la boda de Unai y Laura me he dado cuenta de una de esas verdades absolutas de lo que vulgarmente llamamos filosofía barata: en realidad estamos hechos de símbolos. Lo que quiero decir con esto es que se me antoja difícil pensar en una persona de nuestro entorno cultural que no se defina, mueva o identifique mediante una serie de símbolos, que -en el caso de las bodas- se tornan casi fetiches, habida cuenta de la relevancia que se les da y la prevalencia que demuestran en esta cosa que llamamos boda.

No soy filósofo, pero sí soy un tipo curioso y bastante imaginativo. Un cotilla-con-mala-baba al uso, vaya – y esto es bueno para ser fotógrafo, por cierto. Así que mientras reconozco mi falta de cultura, ahí van una serie de conclusiones que he sacado (casi todas erróneas, seguro) pensando en esa cosa que llamamos boda y los símbolos que se manejan. Y no es cierto que la gente sea mayoritariamente incrédula a lo sobrenatural o metafísico:

  • Usamos joyas de nuestros seres queridos (y/o fallecidos) para volver a invocar su energía en nuestro presente. Nos tocamos brevemente los unos a los otros porque subconscientemente sabemos que con ese acto intercambiamos energía, nos reconocemos a un nivel mágico. Nos regalamos chorradas (sabiendo que son chorradas) para compartir nuestra energía con nuestros seres queridos y decirles: ahí va un trocito de mí para ti, y lo de menos es el continente. Hace bien poco, una novia preguntó alarmada delante mío que qué pasaba por no haber llevado algo azul durante su boda. ¿Sigo?
  • Usamos lazos para representar la unión de nuestros caminos, los ciclos y vueltas que da la vida, etc.
  • Anillos como símbolo del ciclo eterno, recordando que acaso nuestras almas ya se conocían. No confundir con su similitud al eslabon de una cadena, por favor, aunque algunos sí lo hacen.
  • Usamos y nos regalamos flores para representar la belleza y la fugacidad de la vida.
  • La liga como recordatorio de que la mujer, en realidad, es la sacerdotisa del don de la vida, otorgado a través del acto supremo del amor, el mal-llamado sexo. Para el tantra y tantas otras tradiciones orientales, el sexo es el acto más sagrado que existe. Para otros, es un pecado a esconder – pobres.
  • Si los objetos carecen de una energía familiar, usamos prendas de marcas concretas para alimentarnos de los atributos de las mismas.
  • Vestimos como princesas y caballeros en alegoría a otros tiempos donde la ética y la moral tenían su espacio.
  • El eterno deseo de la belleza externa, burdo recuerdo de que -efectivamente- todos poseemos un alma inmortal y bella en sí misma. Todos, sin excepción. Tu vecino trompetista, también.
  • El rojo usado como símbolo de sangre y vida. Alfombra roja para presentar el evento.
  • Brindamos para ¿mezclar nuestra sangre, nuestro agua de vida?
  • Usamos niños para simbolizar la pureza de nuestro espíritu. Y del acto en sí en el que estamos.
  • Las arras como símbolo de los bienes materiales a compartir.
  • La palabra dicha, la danza, el verso escrito. El ritmo de las cosas como ancla del espíritu que mueve nuestra energía en sus más diversas formas.
  • El jamón ibérico, que es una bendición en sí mismo y no requiere de mayor explicación ni defensa.
  • Llamamos la atención con un dedo levantado como diciendo: “Dios te observa. ¡Atento!”
  • Funcionamos como espejos: Nos gusta disfrazarnos de otras cosas para tomar prestados sus clichés (ver mini-photocall, al final). O si no, fotografiamos símbolos para sembrar su significado en nuestra memoria (ver portada – son dos peluches).
  • …Y -entre otros mil símbolos- usamos bolas de colores y luces que simulan el firmamento, las estrellas. En realidad aún recordamos nuestro origen.

 

Todo ello, al final, es un burdo pasatiempo hasta que volvamos a la Luz, destino ineludible que trataron de fastidiarnos con lo de la pequeña y rubia Caroline, si mi audiencia cinéfila me sigue. Mientras tanto, los símbolos nos prestan la forma de la que carece temporalmente nuestra propia espiritualidad.

Estamos como cabras (esta entrada es el mejor ejemplo de ello), y eso hace de la vida un viaje absolutamente maravilloso. Otro buen ejemplo son Unai y Laura, que cada vez que les publico provocan un montón de filosofía profunda en mi interior. Sea filosofía barata o no, otra vez que me escabullo sin hablar de ellos… ¡maldita sea! Les debo dos.

Disfrutad.

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COMMENTS

Eres un monstruo!. Y veo que tu pinza sigue sin volver, porque yo nunca te la he visto en su sitio. Pero vamos, que ya me podías pasar un ápice de tu labia. En cuanto a lo del jamón, acuerdo absoluto.
Un abrazo, campeón!!!

¡Ay, cuánto vicio tenemos, ¿verdad Samper?! Gigante abrazo.

kake regueira castro

Muy bueno el post Luis, y como no tus reflexiones tan profundas siemore son bien recibidas UN ABRAZO KAKE

Maestro Kake!! Placer en verte por aquí. Un honor. Abrazotes!!!

toma ya con el post!!!! buenas imágenes y encima con fundamento… o será al revés? mucha emoción, mucho momento y todo el simbolismo… no dejamos de ser lo que somos, seres persiguiendo la felicidad…. enhorabuena por tu trabajo!

Así es Jesús. Al final, el colega de los Beatles tenía toda la razón: All you need is love. Gigante abrazo. ;D

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