Empecé en la fotografía y videografía profesional directamente con las bodas, justo en el momento que explotó todo, hace ya un buen puñado de años: las formas tradicionales de documentar lo social dejaron de valer y una nueva generación de fotógrafos nos hicimos con la fiesta: los fotógrafos nos atrevimos a ser parte de la fiesta y reconocer el valor de nuestro trabajo: el único que perdura en el tiempo… Y los resultados fueron espectaculares: la creatividad explotó, todo evolucionó y nos llevó a la situación actual, donde hay un sinfín de nuevos estilos. 

Y sin embargo, a lo largo de todo ese proceso empecé a preguntarme más y más quiénes son las personas detrás de los personajes; sentí que necesitaba cantar mi canción desde un ángulo más humano donde lo importante no es la novia, sino la mujer. Y las mujeres de su entorno. Y los hombres, claro. ¿Y porqué están ahí? ¿Qué nos ha traído a todos a estar aquí? Y eso te aleja del grueso del discurso del mercado, centrado en hacer unas pocas fotos muy vistosas, pero dejando el relato de la historia en segundo plano…

En ese proceso me enamoré de la videografía, esa vocación donde trabajas el triple para cobrar la mitad. Pero resulta que la videografía redondeó mi fotografía (y viceversa) y todo empezó a encajar.En todo ese proceso me hice relativamente conocido en el gremio, gané algunos premios, me publicaron cosas en revistas aquí y allá, y me invitaron a formar parte del Advisory Board (Consejo Consultivo) de Unionwep, probablemente el directorio de fotografía y videografía nupcial más respetado de España. Todo un honor, la verdad.

He sido jurado en varios premios nacionales e internacionales (Unionwep, Inspiration Awards, Premios Quijote…) y dado charlas en congresos y portales gremiales (Bodaf, Foro de Fotógrafos, Club de Videógrafosy foros de alto prestigio en nuestro gremio; pero lo más chulo es llevar varios cientos de reportajes a mis espaldas, poder contar innumerables historias que hablan de la gente y hablan de mí. Este oficio me ha mejorado como persona y me ha enseñado muchas cosas. Me ha traído innumerables amigos y algunos interesantes antagonistas. No está nada mal para un viaje de más de 300 historias…También me casé con Ana Cruz -una excelente fotógrafa de infantil y recién nacido-, tuvimos un hijo y poco después entendimos que nuestros caminos se tenían que separar. Hoy tengo una buena relación con ella y criamos a nuestro hijo codo con codo.

Con los años avancé mucho en la videografía y reforcé la formación a profesionales de mi gremio, cosa que me ha funcionado muy bien desde hace tiempo, porque me encanta aportar. Sigo viviendo en una casa maravillosa en pleno Chinchón, un lagar del siglo XVIII rehabilitada por mí mismo. Me encanta mi estilo de vida. Entre tanto me cambié el nombre de Luis Pelayo Masyebra a Yoel Masyebra, entre otras cosas, porque me di cuenta de que ya no era el mismo.…Y en eso encontré por casualidad (¿o era caUsalidad?) a Ariana, mi compinche. Una mujer increíble con la que comparto muchísimos momentos mágicos, cada día.

Sí, soy un hombre afortunado.Y cada día me gusta más contar historias. Las vuestras. La mía. Repito: ¿la contamos juntos?

Disfrutad.

 

P.D. Y si aún me quieres conocer más de cerca, escúchate esto: