Josh Devotto es un niño grande en el cuerpo de un hombre maduro. Josh se queja un pelín de las cosas pequeñas, casi como el peque que no quiere ir al cole; pero luego, cuando le sueltas en el recreo, su nobleza vuela alto, muy alto, más alto que el horizonte, quiero tener buena vista y tal… Su sonrisa y el brillo de sus ojos le delatan, no obstante. Y su limpieza interior, que es mucha y buena. Con esos mimbres, el chaval invoca y moldea la luz a su antojo porque lo sutil es su elemento. Josh no hace fotos – retrata almas en todo su contexto con la meticulosidad enfermiza del lobo gris que olfatea el aire bajo la luna nueva, a sabiendas de que siempre hay regalos para el que sabe mirar de cara a la oscuridad de la noche.
Todo empezó con una linda y simple cita entre amigos para respirarnos, darnos ese descanso del guerrero entre miembros de la tribu fotográfica que tanto aportan y tanto refrescan. Y de la chistera Josh retrató el alma de Ariana y Yoel tal y como somos hoy, tal y como nos amamos desde siempre y los mundos a los que viajamos.
Hay veces en la vida donde las parejas no se negocian, simplemente aparecen para ser y estar juntos sin más, sin reglas ni compromisos, disfrutando del bello paisaje que es la vida, haya sol o nubarrones, luna llena o luna nueva. Y en este caso, vaya por Dios, tocó superluna, qué se le va a hacer…
Disfrutad.
Secreto en la montaña – Gustavo Santaolalla
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Bellas estas fotos!
Preciosas
Pues el Sr. Devotto se ha ganado un puesto en mi corazón por hacer filigranas con la luz y utilizar lo humano como figurante en su estela. Creación y arte, en el mejor sentido de los términos. Gracias Josh.