Aunque sea una perogrullada decirlo, el amor no solo va de amar. Va de acompañarse, de ayudarse mutuamente a evolucionar, aprender y corregir, de respetar y de hacerse respetar. De ser amigos, de ser compinches y de ser, ante todo, brutalmente honestos con el ser amado. Fácil de decir, tremendamente complejo y difícil de hacer. Hace falta un par de huevos para echarle ese valor a la cosa.

Alex y Pedro partían de puntos opuestos, caracteres opuestos y formas opuestas de afrontar la vida. Sin embargo, el equilibrio de los opuestos a veces obra su magia y logra que el agua y el aceite conjuguen la alquimia del amor, ambos unidos por un hilo invisible que por muy delgado y débil que aparente ser, es el que logra que todo funcione cargando sobre sus hombros todas las tormentas que le echen encima. El hilo que nos une.

Ese hilo, aunque no se vea, aunque nadie hable de él, es el que lo sustenta todo.

Disfrutad.

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