De pequeño me asombraban esos palitos grises, feos, fríos que de repente se convertían en una tormenta de chispas durante un rato que siempre sabía a demasiado corto. Las bengalas es uno de los objetos fetiche que mantengo de la niñez, justo al lado de los petardos y las piñatas.
La boda de Marta y Ángel me trajo de nuevo el sabor de las bengalas al paladar del corazón. Literal y metafóricamente, porque siempre hay parejas especiales que te provocan un chisporroteo similar por dentro… que siempre sabe a demasiado corto. Ya vimos su historia en fotos y ahora toca la primera de las piezas de vídeo de su boda. Habrá más, pero ésta me vale para abrir boca.
Lo bueno de las bengalas es que a veces prenden con su fuego otras bengalas similares, pero ésa ya es otra historia…
Disfrutad.